domingo, julio 30, 2006

Llorar/Sonreír Amar/Querer

Err, pues he estado muy ocupado con otros proyectos personales, y no había podido entrar a poner algo en el blog, y de hecho sigo sin poder ponerme a escribir algo, es por eso que agrego un poemilla que hice hace tiempo, un 3 de marzo de 2004 :P, espero les guste mientras me doy tiempo a escribir algo "actual", porque en una semana tengo mi fiesta de graduación como Lic. en Informática y de ahi a buscar suerte en Guadalajara.... por lo que no sé que rumbo vaya a tomar esto ... SALUDOS!


Llorar por amor significa dolor
Llorar por cariño significa placer
He llorado porque te quiero
Tengo miedo llorar porque te amo

Verte mi amiga me hace sonreír
Verte mi amor me hace suspirar
Yo lo que no quiero es sufrir
Pero no lo puedo evitar

Si no tuviera tu amistad
ya hubiera perdido la razón
siento que se me detiene el corazón
pero tu lo haces palpitar

Por eso no lloro por un desamor
muchas gracias por tu amistad
que me has brindado con amor
y me hace llorar de felicidad.

lunes, julio 17, 2006

Placer

Placer es dormir despues de comer.
Placer es estornudar.
Placer es un escalofrío.
Placer es el instante anterior al dolor.
Placer es el instante en que comienza el alivio.
Placer es el momento en que descansamos de un esfuerzo.
Placer es el momento en que decidimos atacar un miedo.
Placer es un orgasmo.
Placer es cuando recordamos un suceso agradable de nuestas vidas.
Placer es dar y recibir un abrazo al mismo tiempo.
Placer es suspirar.
Placer es quedar en trance escuchando buena música.
Placer es tener una conversación sólo entre dos.
Placer es leer un buen texto (libro, blog, carta, etc).
Placer es cuando te encuentras con la persona en quien estás pensando.
Placer es escribir para uno mismo, para nadie y para todos al mismo tiempo.
Placer es despertar y oler a deliciosa comida.
Placer es recibir un detalle inesperado.
Placer es quitarse una preocupación de encima.
Placer es saber de alguien despues de mucho tiempo.
Placer es ver sufrir a quien odiamos.
Placer es hacer feliz a quien amamos.
Placer es tener una nueva amistad.
Placer es tener a quien amar, que lo sepa y que sea feliz con ello.
Palcer es sentirse amado, querido, necesitado.
Placer es reir.
Placer es llorar.
Placer es mirar al cielo.
Placer es compartir alegrias y tristezas.
Placer es saber estar solos.
Placer es tener una amistad incondicional.
Placer es sentir la lluvia.
Placer es sentir el sol en una mañana fria.
Placer es ver las estrellas, planetas, satélites, cometas (y ovnis) .
Placer es ver el cielo despejado.
Placer es ver un amanecer, un atardecer, un eclipse.
Placer es ver la luna imponente.
Placer es estar frente al mar.
Placer es sentir el bosque.
Placer es no buscarle sentido a las cosas.
Placer es experimentar al máximo los sentidos.
Placer es no pensar en un ayer y en un mañana.
Placer es vivir.
Placer es morir y saber que se vivió.
Placer es soñar.
Placer es perder la razón.
Placer es descubrir.
Placer es no querer comprender.
Pacer es aprender.
Placer es olvidar.
Placer es aquello que solo a uno le causa placer.
Placer es oler, saborear, sentir, imaginar, observar, escuchar.
Placer es saber que por fin se termina esta lista tan inutil.
Placer es tener en cuenta que es imposible enlistar todos los placeres.
Placer es esa persona especial.
...

miércoles, julio 12, 2006

Perdido IV

Llegaron cerca de media noche a su destino. Enrique estaba tan exaltado con la idea de ver de nuevo a su querida Michelle, que no había dormido en las casi 10 horas de camino y se sentía fresco y animado. Salieron del carro militar y entraron al único edificio que estaba en pie a la vista y que ahora parecía un monumento al queso Gruyère que tiene sus orígenes en esa nación europea. Dentro había mucho movimiento, se podían ver militares de distintos rangos dando y delegando órdenes, hasta que uno de ellos se acertó al pequeño convoy donde venía Enrique. –“Señor, al parecer la guerra está por terminar, están los representantes de ambos países platicando en este momento” –dijo un cabo dirigiéndose a un sargento que iba delante de Enrique. –“Perfecto, esas son buenas noticias, ahora por favor lleve al joven que viene detrás de mi con la señorita francesa” –le contestó el sargento mientras abría la carta que le acababan de entregar. -“¡Si señor!, .... por favor sígame, por este lado” –se dirigió el cabo a Enrique, y éste lo siguió por otro camino, dejando detrás al sargento y al doctor que le había salvado la vida.

Entraron en un pequeño cuarto donde había dos militares que parecían de muy alto rango, uno con uniforme francés y otro con uniforme mexicano, cada uno de un lado de la sala, y el francés pronunciando unas palabras a una una muchacha que estaba enmedio de él y el mexicano. Esa muchacha era Michelle, que no se había dado cuenta de la llegada de Enrique, y dirigiéndose al militar mexicano dijo: -“Dice que ellos lo que desean es unir las dos naciones, un Francia americano...” – “... y un México europeo” –la interrumpió Enrique. Michelle volteó a ver quien la había interrumpido en su traducción, y al ver a Enrique se quedó muda e inmóvil. Enrique no sabía si correr a abrazarla o esperar a que ella lo hiciera, y cuando se decidió por lo primero, también Michelle lo había hecho. Se abrazaron y lloraron, se besaron y sonrieron. Enrique y Michelle estaba en lo suyo, pero los dos militares de alto rango que estaban ahí, comprendieron el error tan grave que había sido la guerra, así de que se saludaron y acto seguido firmaron un acuerdo.

Michelle le contó a Enrique como temía que aquel extraño que había llegado a su casa un día sin esperarlo, de la misma manera se le fuera de su vida y por eso decidió olvidarlo, no arriesgarse a que sus temores se cumplieran. Cuando se dio cuenta de su error, no podía perdonarse y trataba de olvidar su existencia con el alcohol. Enrique perdonó a Michelle porque él mismo debió haberlo visto, debió darse cuenta de que no podía esperar todo de lo que parecía y ver la realidad que es más fuerte que cualquier amor de cuento. La guerra terminó, y como si fuera una sombra de la historia de Enrique y Michelle, ahora los dos países eran grandes aliados. Michelle y Enrique vivieron en paz y disfrutando de su pasión (el uno por el otro) en aquella colina que alguna vez se conocieron por primera vez y que también sería escenario de su monumento eterno, pues sus hijos los enterraron en aquel lugar, pero eso y su descendencia son historias tan comunes, que seguirán sin ser contadas.

viernes, julio 07, 2006

Perdido III

Esta vez los sueños inducidos por el cloroformo llevaron a Enrique a un lugar muy apartado, en una colina donde sólo se veía una casita. Hacía un clima espléndido, y disfrutaba ir caminando hacia la pequeña casa como nunca había disfrutado caminar. Cuando llegó a la cima notó que no solo el clima era perfecto, también la vista era increíble. Tocó la puerta, y una muchacha exageradamente hermosa abrió. -"Oui?" dijo la joven. -"Disculpe pero no hablo francés, Do you speak spanish? english?" -Le contestó Enrique, con una expresión de alivio en su cara. -"Claro, puedo hablar español, ¿Qué se le ofrece?" replicó la joven, un poco extrañada de ver a ese personaje frente a su puerta. -"Ah, usted verá, me llamo Enrique y vengo de muy lejos, de México. Estoy en Francia por razones laborales, pero ya tengo aquí una semana y no había tenido tiempo de conocer esta bella ciudad que es París, por lo que temprano esta mañana salí en auto a conocer el lugar, pero en medio de estas hermosas colinas se descompuso el auto en la carretera, y vengo aquí pidiendo su ayuda." - Se explicó Enrique ante la joven, notadamente nervioso. -"Ah, si puedo ayudarle, tengo teléfono celular, mi nombre es Michelle, pase, póngase cómodo, voy por el teléfono".

Enrique pasó y se asombró de que fuera una casa tan pequeña por fuera pero muy acogedora por dentro, afuera hacía frío y adentro apenas se sentía fresco. Mientras esperaba, oliendo aromas que había olvidado como la tierra mojada o el olor a un bosque cercano, recordó que los últimos 6 años los había pasado sin descansar, de un lugar a otro, trabajando, y no se había dado tiempo para él. Justo cuando Michelle regresaba con el teléfono, supo que ya no quería que lo sacaran de ese lugar tan apartado. Le pidió a Michelle que lo dejara descansar un momento antes de hacer su llamada, la chica francesa fue muy amable y los dos platicaron cerca de dos horas, sobre sus propias vidas, y sus similitudes. Michelle había terminado su carrera en turismo, y ese fin de semana que apenas comenzaba, se había ido a descansar a su casa de campo. Michelle conocía México e incluso quería ir de nuevo para vivir allá. Conforme más pasaba el rato, los dos caían en un trance que pasó por la amistad, el cariño, el romance, el amor y la pasión.

-"¡Despierte!, ya es hora de irnos." -Una voz lo despertó, y maldijo por ser interrumpido en el sueño más especial que había tenido, pero luego se dio cuenta de que en realidad había pasado, estaba en parís, habían pasado 4 años desde eso. Ahora había guerra entre su país México y donde se encontraba, Francia. Había regresado para rescatar a Michelle y llevársela con él a México. Ya recordaba todo, Estuvo cerca de un año en aquella colina, quiso hacer de eso su vida, pero Michelle no se lo permitió y sufría por eso, perdió su fructífero trabajo y todos sus conocidos en México lo daban por muerto, y entonces se regresó al verse derrotado, al no comprender aquella relación tan perfecta pero que Michelle no dejaba que se mantubiera estable, era ilógico para él, pero para ella parecía tener mucha lógica. En México, era un desconocido, y no hizo nada para remediarlo, pasó 3 años atormentándose, estando cerca de Michelle solo por correo, y ella solo le contestaba fríamente una de diez solo para hacerle ver que seguía viva. Temía tanto ser nockeado por ella que no iba a verla a París.

Entonces se vino la guerra y dejó sus sentimientos junto con su orgullo y se logró colar en un barco militar. Llegó a parís, fue hacia las colinas pero no eran mas que montículos de tierra aplastados por las bombas, desconsolado fue a la ciudad, y en medio de aviones surcando los cielos y orugas transitando las calles, gritó su nombre a los cuatro vientos. Sin resultado y cansado entró en un bar a refrescar su garganta. Tomó un asiento y pidió algo fuerte de beber. Empezó a sentirse triste, desconsolado, abatido. Pidió otra bebida y otra más. Empezó a preguntar por Michelle a los que ahí se encontraban, y a conversar con ellos ahora totalmente desinhibido por el alcohol. Y entonces el cantinero escuchó su historia. -"¡Yo conozco a una Michelle! ¡Viene aquí muy seguido desde hace dos años!, seguramente hoy estará en el bar de enfrente, pues la guerra no ha llegado a este lugar, y no nos damos abasto y hemos abierto otro." -Interrumpío el cantinero. Antes de que Enrique pudiera expresar un asombro, alegría, júbilo, un fuerte zumbido ensordeció a todos. Alguien gritó "¡¡Nos bombardean!! ¡¡ es un ataque sorpresa!!.

Enrique estaba tan borracho que no podía correr, pero luchando con su conciencia, logró colarse entre la multitud, y mientras todos corrían lejos de ese lugar, él corría en dirección contraria, hacia el bar de enfrente, ilusionado por la información tan oportuna del cantinero. Y entonces se dio cuenta que soldados mexicanos lo seguían, eran sus amigos, pero estando en París, eran enemigos, y por ello se asustó. Corrió con todas sus fuerzas, llegó al bar, logró ver a Michelle y ella a él, pero entonces una bala le dio en la espalda y lo tumbó. Perdía el conocimiento, y Michelle le gritaba desconsoladamente, asustada de perder al hombre que la tuvo perdida durante 3 años, pero Enrique creía que ella le reprochaba, y con sus últimas energías le gritó y se desmayó.

Cuando volvió en si, Enrique la iba arriba de un carro militar, lejos de la carpa donde había estado recuperándose de sus heridas de bala. -"Ha estado muy pensativo en todo el camino señor"-Le dijo el doctor que lo había atendido y que venía a un lado suyo. "No se preocupe, no gaste sus energías, ahora mismo lo llevamos con su amiga". -Terminó de decir el Doctor. Enrique sonrió como no lo había hecho en 3 años, nunca se había sentido tan agradecido con una persona. Le había salvado su vida y ahora le iba regresar la razón de ella.